Por fin vuelve el verano, la hermosa estación en la que todo florece, y con él llegan el calor, la humedad, los mosquitos y todo lo demás. El cambio de estación, del frío al calor, provoca un profundo malestar en nuestro cuerpo, que necesita tiempo para aclimatarse a las nuevas temperaturas.
Este cambio de estación lo sienten mucho los deportistas, sobre todo los que suelen salir a correr al aire libre. Esto ocurre por varias razones, tanto psicológicas como fisiológicas, y a menudo no es fácil saber cómo comportarse.
Sin embargo, hay algunas pautas que pueden ayudar a los corredores a no sufrir demasiado con este cambio.
Por fin vuelve el verano, la hermosa estación en la que todo florece, y con él llegan el calor, la humedad, los mosquitos y todo lo demás. El cambio de estación, del frío al calor, provoca un profundo malestar en nuestro cuerpo, que necesita tiempo para aclimatarse a las nuevas temperaturas. Este cambio de estación lo sienten mucho los deportistas, sobre todo los que suelen salir a correr al aire libre. Esto ocurre por varias razones, tanto psicológicas como fisiológicas, y a menudo no es fácil entender cómo comportarse.
Nuestro cuerpo percibe las temperaturas de forma diferente. Si nos fijamos en los 15° C en otoño y en primavera, nos daremos cuenta de que nuestra percepción será muy diferente. Al salir a correr en esta época, quizá cuando el sol ya se ha puesto, sentimos frío aunque la temperatura exterior sea alta. Esto se debe a que nuestro cuerpo no está acostumbrado al clima cálido, y esto lleva su tiempo. Nuestro cuerpo, sin embargo, está acostumbrado a termorregularse para mantenernos calientes, mientras que ahora tiene que invertir el curso.
Cuando el cuerpo tiene que trabajar para mantenernos frescos, al contrario que en invierno, tiene que hacer un esfuerzo adicional para refrescarnos y mantener la temperatura a un nivel aceptable. Y no siempre lo consigue. Esta sensación genera fatiga. Es como viajar a un país con las estaciones invertidas, y pasar del frío europeo al calor africano. ¿Qué ocurre? Que nuestro cuerpo entra en shock. Y si luego intentas correr, no harás más que unos cientos de metros.
El cuerpo intenta inútilmente autorregularse, produciendo una sudoración intensa, que a su vez provoca un fuerte aumento de la frecuencia cardíaca y deshidratación. La propia deshidratación, por si fuera poco, también provoca calambres y dolores musculares, rigidez y también una sensación de fatiga mucho mayor.
Un método para ayudar al organismo es tomar mucha agua con electrolitos, por ejemplo magnesio y potasio. En cualquier caso, la hidratación empieza a ser indispensable cuando cambia la estación: la cantidad de agua que hay que ingerir cada día se eleva a más de dos litros. Muy común es lo que notan algunos corredores: la frecuencia cardiaca aumenta cuando hace calor, mientras que la tensión arterial disminuye. Cuidado, por tanto, con los que sufren de tensión baja. Mejor optar por épocas frescas para salir a correr.
La forma de vestir en esta temporada también es muy importante. Lo ideal esta temporada es llevar ropa holgada, no necesariamente mínima, al contrario. Mejor una camiseta de manga larga pero holgada que una camiseta de tirantes ajustada. La razón se explica rápidamente: para la termorregulación, la ropa ajustada y opresiva no es buena, mejor que el aire pueda pasar directamente en contacto con la piel.